Cuando enseño a niños en línea, para romper la monotonía y recompensarlos por su buen trabajo, hago con ellos un pequeño juego: les ofrezco estrellas de colores. Eligen el color que quieren, yo les “envío” la estrella a través de la cámara y ellos la “cogen” en la mano. Es simplemente una tontería divertida.

Últimamente les he estado preguntando a algunos niños si quieren “enviar” su estrella a un niño en algún otro lugar del mundo. El mes pasado, durante el Ramadán, tuve clase con uno de mis alumnos sauditas, un niño de 8 años llamado Ali. Es un chico especial y uno de mis alumnos favoritos. Con el pelo largo, salvaje y rizado y gafas de montura negra demasiado grandes para su rostro, parece un cruce entre una estrella de rock y Woody Allen. Es un chico de voz suave pero muy afable, con un sentido del humor muy desarrollado y al que le encanta tocar el piano y el violín.

Cuando llegamos al momento de enviar la estrella a otro niño en algún lugar, Ali, después de pensarlo por un momento, dijo: "Quiero enviar mi estrella a un niño en Palestina".

El ambiente pasó de divertido y alegre a pesado en un instante. Le pregunté qué sabía sobre Palestina. “Se están muriendo, se están muriendo todos”, dijo con voz cargada de tristeza. No había ira ni odio en su voz hacia los perpetradores. No los mencionó, aunque seguramente sabe quiénes son. Ambos oramos juntos para que terminara la guerra.

Por supuesto, nunca le dije que soy judía.

Las víctimas más pequeñas de esta guerra no son sólo los 14.000 niños muertos, otros innumerables niños muertos cuyos cadáveres aún no han sido encontrados o identificados, los niños con discapacidades permanentes, los niños traumatizados, los niños huérfanos o, incluso si el alto el fuego se produce hoy, los niños que mueren pronto debido a enfermedades, desnutrición u otras dolencias que no serán tratadas porque Israel ha destruido el sistema de sanidad de Gaza. Todos los niños del mundo son víctimas. Ellos, especialmente los niños que viven en la región, están expuestos a imágenes e historias horribles de esta abominable masacre que nunca olvidarán, infligida por el llamado “Estado judío”.

Ahora bien: tratemos de imaginar cuáles serán probablemente las actitudes de estos niños hacia los judíos cuando sean mayores. Y no se sorprendan, mis amigos judíos, si en vuestros (o en los de vuestros hijos) viajes o interacciones con personas de otros países, os encontráis con hostilidad simplemente por ser judíos.

Pero no os apresuréis a etiquetarlo como “antisemitismo”.

Foto de cabecera por Alexander Grey