A mis compañeros judíos...
Ya tengo que parar. Sólo esa frase me hace sentir incómoda, porque nunca antes me identificaba como judía, como si esa fuera la parte principal de mi identidad.
No lo ocultaba, pero no solía decir que era judía porque no lo consideraba una parte importante de lo que soy. No soy religiosa y nunca sentí afinidad con la comunidad judía con la que crecí en los EE. UU.
La comunidad judía en la que crecí (y ojo, esta es sólo mi experiencia con mi comunidad, porque existen otros tipos de comunidades judías, pero no estaba expuesta a ellas) parecía tribal, excluyente, provinciana y egocéntrica. Estaba llena de historias de cómo éramos especiales y mejores que los demás, a menudo cruzando hacia la intolerancia y el odio hacia el Otro: cristianos, negros, pero especialmente "árabes" o musulmanes, como se les llamaba sinónimamente (y erróneamente).
Crecí escuchando declaraciones como "Odio a los árabes" o "Nosotros [es decir, Israel] deberíamos eliminarlos a todos". Hablar de genocidio, en nombre de la protección de Israel, era algo común entre las mismas personas que no podían dejar de hablar de su propio genocidio a manos de los nazis. La ironía de la contradicción parecía completamente perdida para ellos. ¿Su justificación habitual? Porque Somos El Pueblo Elegido™. Dios dijo que podemos hacer lo que queramos. El Holocausto también se utilizaba a menudo para justificar esta mentalidad: ¿Qué esperas que hagamos cuando ELLOS [es decir, todo el mundo de los no judíos] nos hicieron esto?
Lo cual era comprensible. El Holocausto fue un enorme trauma para el pueblo judío; nuestra propia familia también sufrió el trauma generacional del Holocausto. Pero permitir que nuestro trauma deforme nuestra visión del mundo hasta el punto de que sea esencialmente sociópata, sin ningún reconocimiento de que está jodido y necesita ser curado, es una receta para más sufrimiento. De nosotros y de los demás.
En resumen: nuestra comunidad judía era lo opuesto a la cultura más amplia, moderna y cosmopolita de la que yo quería formar parte. Con toda la realidad constantemente filtrada a través de la pregunta: "¿Pero es bueno para los JUDÍOS?", excluyendo el hecho de que había todo un mundo ahí fuera, de otras personas que también importaban, me parecía infantil, egoísta y de mente diminuta. Fue enloquecedor y deprimente para mí incluso cuando era preadolescente. A mí me parecía un mundo patético, deliberadamente oscuro y retorcido que insistía en mantener las puertas cerradas al mundo exterior. Exactamente lo contrario de ser Ciudadano del Mundo.
Y, por supuesto, el sionismo sin sentido lo impregnaba todo. No podía ser cuestionado (y, en mi experiencia, nunca lo fue). Una vez, a finales de los años 1980, cuando ya asistía la universidad, estaba discutiendo con mi padre sobre la última masacre que Israel había cometido contra civiles palestinos. Mi padre siguió defendiendo a Israel como había sido programado para hacerlo, como si fuera algo santo e irreprochable, respondiendo a todo lo que yo decía con puntos de conversación de memoria sobre Israel, Right or Wrong, y Ser bueno para los judíos™. Frustrada, grité: "¡Que se joda Israel!". Su sorpresa ante mis palabras se convirtió en furia. "¡NUNCA vuelvas a decir que se joda Israel!" Mis palabras fueron un completo sacrilegio. Para él fue como si le hubiera dicho "Que se joda Dios", y creo que nunca me lo perdonó por ello.
E Israel parece tener esta mentalidad a lo bestia. He viajado a Israel en numerosas ocasiones para visitar a familiares israelíes y nunca pude irme lo suficientemente rápido. Hay lugares hermosos y una historia cultural increíble y diversa; hay gente buena con historias fascinantes, pero siempre me sentía como si estuviera visitando una secta. La paranoia, el militarismo y las distorsiones de la realidad hasta tal punto que parece una psicosis compartida en toda la sociedad, fueron asfixiantes y sirvieron para distanciarme aún más de mi "identidad judía".
Y lo siento por los israelíes que defienden, aplauden o incluso participan alegremente en este genocidio, porque si uno crece desde su nacimiento en una pequeña y hermética franja de tierra, donde la realidad está tan grotescamente deformada y el costo de desviarse de esa realidad es perder a tus amigos, familia, lugar en la sociedad e identidad, ¿qué posibilidades tienes?
A menos que te vayas... e incluso entonces, es posible que te niegues a ver la verdad. Es traumático darse cuenta de que casi todo lo que te han enseñado sobre tu identidad, tu gente, tu país y la bondad esencial de todas estas cosas es una gran mentira.
Todo esto es el trasfondo del punto principal de esta entrada de blog. Desde la respuesta de Israel a los ataques del 7 de octubre perpetuando un genocidio en Gaza, en nombre de todos los judíos, del judaísmo, en nombre del Holocausto y, de hecho, de nuestra larga historia de persecución, no tengo más remedio que identificarme como judía. Como parte de este grupo del que nunca me sentí bien siendo parte, aunque solo fuera para gritar, NO EN MI NOMBRE.
Así que volvamos a mi pregunta a mis compañeros judíos que no han dicho nada sobre el genocidio, primero mediante bombas y balas, luego mediante la destrucción del sistema de salud de Gaza, ahora mediante la hambruna, todo premeditado, coordinado y anunciado públicamente por funcionarios israelíes como Yoav Galant el 9 de octubre...
Este mal se está perpetrando en vuestro nombre. EN VUESTRO NOMBRE. Vuestro nombre, vuestra identidad, vuestro judaísmo, están siendo marcados en el genocidio de nuestros primos palestinos. Os gustéis o no, os han arrastrado a ello.
¿Qué vais a hacer al respecto?
¿Cuándo vais a hablar finalmente?
¿Cuántos miles más de hombres, mujeres y niños inocentes tienen que morir horriblemente antes de que podáis decir algo sobre los asesinatos que se están cometiendo EN VUESTRO NOMBRE?
No os estoy pidiendo gran cosa. No os estoy pidiendo que os prendáis fuego como Aaron Bushnell ni que os unáis a una protesta callejera. No os pido que dejéis de vivir vuestras vidas, como tampoco yo he dejado de vivir la mía.
Simplemente os lo pregunto, mientras os sentáis sobre vuestros traseros, publicáis chorradas sobre vuestras vidas personal en Facebook o Instagram, o charláis sobre la última serie/película que estáis viendo...
¿Cuándo vais a reconocer que se está produciendo un genocidio inmundo en vuestro nombre, por parte de un estado sociópata y asesino que ha robado el nombre de vuestra religión, y diráis algo en el sentido de que:
1. Sí, en realidad está sucediendo ahora mismo, tal como ocurrió el Holocausto, lo cual nos ha resultado tan difícil de perdonar al mundo por ignorar cuándo podría haber hecho algo al respecto, y
2. No, no está bien.
Eso es todo.
En vuestro nombre está ocurriendo un genocidio.
Esto viene sucediendo desde hace 6 meses.
¿Que estáis esperando?
¿Cuando lo haréis?
"Me niego servir en el ciclo de violencia." - Sofi Orr, una chica de 18 años que ha ido (y seguirá yendo) a la prisión en Israel por negarse a servir en las fuerzas armadas de Israel.